Desde que uno empieza a divisar desde lejos el estadio «Madre de Ciudades» comienza a volar con la imaginación de cómo será cuando uno entra. Y cuando se está allí, no hay palabras para describir tal majestuosidad. Uno se queda perplejo, boquiabierto. Es que el imponente estadio es como la misma palabra: Imponente.
Múltiples accesos, comodidad de sus butacas, una vista espectacular. Un estadio al mejor estilo europeo. Un estadio así nos imaginamos en Tucumán, pero parece ser que es sólo eso… imaginación.
Los hermanos santiagueños primero se preguntaron, ¿y si hacemos en autódromo Internacional? Se la jugaron y en la actualidad recibe a las mejores categorías del automovilismo Nacional y al Moto GP. Ahora sueña con albergar una fecha de Fórmula 1, y como van las cosas lejos no están de lograrlo.
Luego fueron más allá: ¿y si hacemos un estadio mundialista? Porque como fue un sueño el Internacional Autódromo de Termas de Río Hondo, por qué no soñar con un estadio. Y aquí está el resultado.
Para Santiago del Estero soñar no costó nada (sólo los miles de millones que demandó su construcción). Se pusieron en mente el objetivo, porque sólo se necesitó tener visión y arriesgarse. Es por eso que Santiago, al igual que Salta y Jujuy, lo hicieron y recibieron, no sólo hoy a Los Pumas, sino que a Boca, River y hasta la Selección Argentina de fútbol cuando enfrentó a Chile y el mismísimo Lionel Messi pisó el espectacular césped.
¿Qué espera el gobierno tucumano para arriesgarse? El gastado dicho, pero siempre vigente, «el que no arriesga no gana», los amigos salteños, jujeños y salteños lo hicieron. Hoy ven con creces los frutos.



